Día 20 - Corazón de Jesús- propiciación por nuestros pecados



Oración introductoria de cada día
Corazón amantisimo de Jesús digno de todo amor y de toda mi adoración; movido por el deseo de reparar y de lavar las ofensas graves y numerosas hechas contra ti, y para evitar que yo mismo me manche de la culpa ingrato, te ofrezco y te consagro enteramente mi corazón, mis afectos, mi trabajo y todo mi ser.

Por cuanto son pobres mis méritos, ¡oh Jesús!, te ofrezco mis oraciones, mis actos de penitencia, de humildad, de obediencia y de las demás virtudes que practicaré hoy y durante mi vida entera hasta el último suspiro.

Propongo hacer todo por tu gloria, por tu amor y para consolar a tu Corazón. Te suplico aceptes mi humilde ofrecimiento por las manos purísimas de tu Madre y Madre mía Maria.

Dispón de mí y de mis cosas,Señor,según el beneplácito de tu Corazón. Amén.

P. León Dehón


20.-LA CASTIDAD

El Corazón de Jesús es el emblema de la inocencia. Él quiere ser el cordero sin mancha que se alimenta en un jardín de lirios. En su vida terrena, Jesús escoge un precursor, mártir de la castidad, ofrece sus confidencias a un discípulo, Juan, que es virgen. "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios". La Iglesia amará la castidad como el ornamento más delicado y suave de sus ministros ... y los santos la magnificarán como la virtud angélica... creadora de los ángeles sobre la tierra


PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN, POR EL CLERO
Y LAS ÓRDENES RELIGIOSAS

I

Si el Papa es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, el Clero y las Ordenes religiosas son sus brazos. De ellos se sirve para obrar el bien y promover el servicio de Dios: por esto son tan aborrecidos de la impiedad, los sacerdotes y religiosos, que a toda hora anda ella procurando o destruirlos o corromperlos. Dediquemos, pues, hermanos míos este día de hoy a rogar por tan importante necesidad.

Pidamos al Sagrado Corazón encienda y abrase en celo y caridad el alma de sus sacerdotes y religiosos y religiosas, para que por su medio gane cada día terreno el reino de Dios sobre la tierra, y se conquisten nuevas almas para la gloria celestial. Que sea en ellos, perfecta la observancia de las leyes eclesiásticas, que brillen en el pueblo por la pureza de las costumbres, por el desinterés, la obediencia, la humildad y el espíritu de sacrificio.

¡Oh Corazón de Jesús! ¡Ved cómo está el mundo, y la necesidad que hay de que trabajen buenos obreros en él! ¡Oh Padre de familias, mandad buenos trabajadores a vuestra Viña. Hacedlo, Corazón Divino, por vuestra gloria y por la salvación de tantas almas que habéis confiado a la dirección de vuestros ministros.

Os lo suplicamos muy especialmente, Corazón Divino, en este día de vuestro devoto Mes.

Medítese unos minutos.

II

Cuales sean los sacerdotes y las Casas religiosas, tales serán los seglares que viven a su alrededor. ¡Ay del pueblo donde reina hasta en los ministros del santuario, el desorden o siquiera la negligencia! ¡Cuánto no debe, pues, interesarnos ante el Sagrado Corazón esta necesidad!

¡Oh Corazón Divino! Dad celosos pastores a vuestras ovejas, ardientes pregoneros a vuestra palabra, fieles dispensadores a vuestros Sacramentos. Avivad en las almas que en los Institutos religiosos os habéis escogido como especial porción vuestra, y que más estrechamente os han ligado por medio de los votos, el espíritu de oración, la vida mortificada, el reconocimiento interior, la ejemplar observancia.

¡Señor! Vos lo habéis dicho: "Un poco de levadura hace fermentar luego toda la masa". Y ¿quiénes son la levadura de vuestro pueblo, sino estas almas que os habéis escogido de la masa común de él? Enviad santos religiosos, ¡oh Señor! enviad almas de superior perfección, y se transformará el mundo.

Medítese, y pídase la gracia particular.


ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN

Rendido a vuestros pies, oh Jesús mío, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.

¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, oh soberano Maestro, y necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentásteis y convidáisteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, oh Señor, firme, :formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.