Oración introductoria de cada día
Por cuanto son pobres mis méritos, ¡oh Jesús!, te ofrezco mis oraciones, mis actos de penitencia, de humildad, de obediencia y de las demás virtudes que practicaré hoy y durante mi vida entera hasta el último suspiro.
Propongo hacer todo por tu gloria, por tu amor y para consolar a tu Corazón. Te suplico aceptes mi humilde ofrecimiento por las manos purísimas de tu Madre y Madre mía Maria.
Dispón de mí y de mis cosas,Señor,según el beneplácito de tu Corazón. Amén.
P. León Dehón
Cuando San Juan Bautista desde la prisión envió a dos de sus discípulos a Jesús para pedirle si era verdaderamente el redentor prometido, Jesús, por toda respuesta se refirió a los frutos: "Id y referid a Juan que los ciegos ven, los cojos andan, los muertos resucitan los pobres son evangelizados". Jesús quiere nuestra salvación. Él vive y obra por nosotros; por nosotros muere en la cruz.
Siembra mucho, siembra a manos llenas el bien; no se perderá en la tierra; fructificará siempre para el cielo. Los cojos caminarán.
¡Cuántos defectos en las personas que tú conoces, que tú quieres! ¡Cuántas malas inclinaciones y quizá cuántos escándalos! Tu sabes que la caridad cristiana obliga a todos a la corrección fraterna.
PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN, POR LOS POBRES INCRÉDULOS Y MALOS CRISTIANOS
I
Hay hermanos nuestros criados como nosotros por Dios, redimidos como nosotros por la sangre divina, destinados como nosotros para el reino eterno, y que sin embargo se obstinan en cerrar sus ojos a la luz de la verdad y permanecer apartados de la fe, en ciego y voluntario paganismo. Estos son los pobres incrédulos. ¡Cuántos de esos gentiles hay en medio de nuestra sociedad cristiana! ¡Cuántos de nuestros amigos y conocidos, y quizás parientes, no tienen de Dios y de su ley y de sus misterios mayor conocimiento que el que tiene un pobre salvaje, para quien es absolutamente desconocida la cruz! Roguemos, pues, hoy al Sagrado Corazón de Jesús por este doloroso estado de tantas almas.
¡Oh Jesús, Señor Nuestro! ¿Cómo puede ser que veinte siglos después de vuestra venida haya aún quien no os conozca? Abrid, ¡oh buen Jesús!, los ojos a esos ciegos del alma, Vos que a tantos alumbrasteis los del cuerpo en vuestra vida mortal, Señor, os diremos como aquel cieguito del Evangelio: Señor, ¡que vean! Que vean, que sientan, que gocen de la verdad de vuestra ley, la ternura de vuestro amor, la eficacia de vuestros Sacramentos! Que os conozcan ¡oh buen Jesús! estas pobres almas, a quienes tiene engañada la idea de que pueden salvarse por ventura, con sólo una honradez mundana, que Vos no reconoceréis como de buena ley en vuestro juicio. Rasgad, Divino Sol, las densas tinieblas en que están envueltos tantos hermanos nuestros, y que les impiden ver el espantoso abismo de la eternidad que tienen abierto a sus pies. ¡Misericordia por ellos, piadosísimo Jesús! Aceptad por ellos, Corazón Sagrado, los humildes ruegos de nuestro rendido corazón.
Medítese unos minutos.
II
Además de los incrédulos están los malos cristianos; es decir, aquellos que creen de verdad, pero no practican; tienen fe y no quieren dejar de ser llamados católicos, pero tienen malas costumbres y cometen criminales acciones. ¿Qué les valdrá a los infelices su creencia, si no procuran traer ajustada su conducta? ¡Ah! les valdrá sólo de mayor responsabilidad en el tribunal de Dios.
Os pedimos también, amorosísimo Corazón de nuestro Jesús, por esos malos cristianos cuya vida criminal y viciosa deshonra vuestra ley y da ocasión a que se burlen de ella vuestros enemigos, al paso que es mortal escándalo para los incautos. ¡Oh indigna ingratitud! Creen en Vos, Señor, pero no os sirven; admiten vuestra ley, pero la pisotean y afrentan; temen vuestro infierno, pero nada hacen por no caer en él.
¡Oh Señor! ¡Despertad con el trueno de vuestras amenazas a esos dormidos! ¡Limpiad de la asquerosidad de sus malas costumbres a esos leprosos! ¡Tocad con vuestra inspiración a esos Lázaros hediondos con la podredumbre de sus vicios! Haced brillar aquí a la vez vuestro poder y vuestra misericordia, son hoy lumbreras de santidad y ornamentos de la Iglesia.
¡Sagrado Corazón de Jesús! Por los infelices incrédulos, por los endurecidos pecadores, os pedimos hoy luz, gracia, perdón.
Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a vuestros pies, oh Jesús mío, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, oh soberano Maestro, y necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentásteis y convidáisteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, oh Señor, firme, :formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
VIVR DE AMOR-Jessed