Día 26 - Corazón de Jesús.-Vida y Resurrección nuestra





Oración introductoria de cada día

Corazón amantisimo de Jesús digno de todo amor y de toda mi adoración; movido por el deseo de reparar y de lavar las ofensas graves y numerosas hechas contra ti, y para evitar que yo mismo me manche de la culpa ingrato, te ofrezco y te consagro enteramente mi corazón, mis afectos, mi trabajo y todo mi ser.

Por cuanto son pobres mis méritos, ¡oh Jesús!, te ofrezco mis oraciones, mis actos de penitencia, de humildad, de obediencia y de las demás virtudes que practicaré hoy y durante mi vida entera hasta el último suspiro.

Propongo hacer todo por tu gloria, por tu amor y para consolar a tu Corazón. Te suplico aceptes mi humilde ofrecimiento por las manos purísimas de tu Madre y Madre mía Maria.

Dispón de mí y de mis cosas,Señor,según el beneplácito de tu Corazón. Amén.

P. León Dehón


26. -DEVOCIÓN A LA VIRGEN

Jesús antes de morir, dio su testamento. En medio de la agonía contempla al discípulo predilecto y le dice: "He aquí a tu madre". Por su última voluntad, María se convierte en madre de todos.

Jesús, que amaba perfectamente a su madre, se mostró siempre sometido y obediente a ella.

Todas las gracias del Señor vienen a ti por su mediación. Y si la estimas. ¿Cómo tratas de amarla? Un hijo que dice amar a su madre y después la ofende no es sincero; es un mal hijo. ¿Y tú no ofendes a la Virgen con tus faltas de amor?




PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN, POR NUESTROS HERMANOS DEL PURGATORIO

I

La iglesia de Dios tiene hijos suyos necesitados aun fuera de este mundo, y tiene alivio también para estas necesidades de la otra vida. Entre los combates de la presente y el descanso final de la gloria, hay para muchas almas un plazo de expiación en que se purgan culpas todavía no purificadas, o se pagan deudas todavía no satisfechas. Este plazo de expiación, concedido por la misericordia divina y exigido por su justicia, es el Purgatorio.

El buen devoto del Sagrado Corazón de Jesús no puede menos de ser amigo del Purgatorio. Hay allí almas que un día fueron fervorosísimas, que oraron al pie de los mismos altares que nosotros, que sonrieron con las mismas alegrías cristianas y lloraron con idénticos dolores. Aman a Dios, le desean, tienen segura su próxima posesión. Pero esta dicha se les retarda hasta que sea completo el pago de sus atrasos. En sufragio de ellas, admite el Divino acreedor nuestras oraciones y buenas obras. ¿Quién se las negará?

Oh Divino Corazón! Hacedle sentir al mío un tierno afecto, un vivo interés por el alivio de estas almas hermanas mías, que nada pueden ya para sí y que todo lo esperan de nuestra caridad. Derramad sobre sus penas los tesoros de vuestro Corazón, y apresurad el dulce momento de reunirlas eternamente con Vos.

Medítese unos minutos.

II

Es gran caridad la caridad para con las almas del Purgatorio. Los grandes santos han sido todos en este punto muy fervorosos. La Iglesia nos da el ejemplo mezclando en todos sus rezos y ceremonias el piadoso recuerdo de los difuntos.

¡Oh dulcísima comunicación la de nuestros corazones con los de estos hermanos nuestros, por medio de la oración! ¡Oh lazo misterioso, que nos permite tener amigos aun más allá de la tumba, y aleja de nosotros la idea de una separación total!

¡Padres, hermanos, amigos, bienhechores! ¡yo sé que me escucháis en el Corazón de Jesús y que por conducto de Él recibís y agradecéis mi cariñoso recuerdo!

¡Oh Corazón Divino, suavísimo intermediario de estas tiernas confidencias! Dad a esas almas la paz que por ellas os piden vuestros amigos de la tierra, a fin de que un día nos reunáis a todos, en las inefables dulzuras del cielo! Aceptad por ellas nuestras preces, nuestras limosnas, nuestra Comunión, nuestras mortificaciones, nuestra devoción a Vos. Porque sabemos que os son queridas, las recomendamos a vuestra compasión. Los méritos de vuestra vida, Pasión y muerte; las lágrimas de vuestra Madre; las virtudes de vuestros Santos; los servicios de vuestra Iglesia; todo os lo ofrecemos en pago de tales deudas, para que bondadosamente se lo apliquéis.

Medítese, y pídase la gracia particular.


ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN

Rendido a vuestros pies, oh Jesús mío, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.

¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, oh soberano Maestro, y necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentásteis y convidáisteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, oh Señor, firme, :formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque. ROSARIO DEL SAGRADO CORAZON DE JESUS