Día 20: El valor de la castidad-Conociendo al Sagrado Corazón de Jesús

Cuán grandes fueron los obstáculos que la sierva de Dios, Santa Margarita María Alacoque, experimentó para llevar a cabo los mandatos de Cristo en difundir su devoción al Sagrado Corazón en todos los rincones del mundo. Pero nada pudo detenerla. Para la oración del día 20 de junio, se explicará el valor de la castidad y cómo esta puede aumentar el amor al Sagrado Corazón.

La devoción al Sagrado Corazón

Dotada de una fuerza dada por el Señor mismo y ayudada por sus piadosos directores espirituales, Santa Margarita se esforzaba con un celo casi increíble. Hasta el momento de su muerte no cesaba de cumplir fielmente el deber que Dios le había confiado desde el cielo.

Finalmente, en el año 1765, el Sumo Pontífice Clemente XIII aprobó la Misa y el Oficio en honor del Sagrado Corazón de Jesús; y Pío IX extendió la fiesta a la Iglesia universal.

Desde entonces, el culto al Sagrado Corazón, ha fluido como un río desbordante, lavando todos los obstáculos, de sobre toda la tierra y, en los albores del nuevo siglo, León XIII, habiendo proclamado jubileo, decidió dedicar toda la raza humana al Sagrado Corazón.

La consagración se llevó a cabo realmente con ritos solemnes en todas las Iglesias del mundo católico, y produjo un gran aumento de esta devoción al Sagrado Corazón, llevando no solo a las naciones, sino también a las familias particulares, que en innumerables números se consagraron al Divino Corazón, y se sometieron a su dominio real.

1. Oraciones iniciales
Señal de la Cruz.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición.
Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confió en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.

2. Oración para confiar en el Sagrado Corazón
Amado Corazón de Jesús, Tú Permaneces como mi amante fiel y eterno, aunque yo vaya dando tumbos por el camino del amor, tu amor. Quieres que yo dé mucho fruto, pero para eso debo vivir unido a Ti, unido a tu sacratísimo corazón y a tu Palabra que es la semilla que alimenta al mío. Dame de tu fuerza, de tu coraje, de tu amor y de tu perdón.
Necesito a diario esas cuatro cosas en mi vida para tener la dirección correcta.
Quiero hacer de mi vida una vida de servicio, obrar bien por los míos y por mi prójimo, desvivirme por ellos como Tú lo hiciste por mí. Al final de mis días eso es lo que contará, no mi prestigio, riqueza, poder o belleza.
Sé que quieres que construya mi vida sobre el amor que brota de tu Sagrado Corazón, que permanezca siempre firme y lleno de tu bondad.
Confío en que Tú me llevarás seguro con la fuerza sanadora que emerge de tu Corazón.
Confío en Ti, confío en tu amor, confío en que me ayudas y me regalas tu bendición en todos los momentos de mi vida. Sagrado Corazón de Jesús, quiero amarte con verdadero amor. Amén.

3. Oración introductoria
Sagrado Corazón de Jesús, necesito de tu fuerza que todo lo restaura, tu poder que sana y libera y conduce por nuevos caminos llenos de bendiciones. Tú conoces lo que hay en mi corazón: quiero amarte y servirte, no porque sea un mandato, sino porque lo acepto como una petición de amor respetuosa y lleno de gozo por hacer tu voluntad, la cual, con ella siempre me diriges y quieres lo mejor para mí. Sagrado Corazón de Jesús, quiero seguir tus pasos, vivir lo que Tú mismo viviste, amar lo que Tú amas, despreciar el mal que te aleja de mí. Te amo, creo en tus mandamientos, que no son otra cosa que peticiones de amor que brotan de tu sagrado corazón. Amén. Sagrado Corazón de Jesús en ti confío. Amén.

4. Meditación para el Día 20
El Corazón de Jesús y el valor de la Castidad.
El Corazón de Jesús es el emblema de la inocencia. Él quiere ser el cordero sin mancha que se alimenta en un jardín de lirios.
En su vida terrena, Jesús escoge un precursor, mártir de la castidad; ofrece sus confidencias a un discípulo, Juan, que es virgen. "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios".

La Iglesia amará la castidad como el ornamento más delicado y suave de sus ministros, y los santos la magnificarán como la virtud angélica... creadora de los ángeles sobre la tierra.

Rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

5. Oración final
Amantísimo Corazón de Jesús, de Ti provienen abundantes gracias, misericordia y perdón, defiendes a los oprimidos, ayudas a los más débiles, rescatas a los que son despreciados. Una y otra vez intervienes en cada una de mis debilidades, me acoges, me perdonas y me invitas a convertirme de corazón.
Sagrado Corazón de Jesús, Tú lo sabes todo, Tú escudriñas la profundidad de nuestros corazones y ves nuestro interior, conoces mi debilidad.
Quiero aprender a perdonar y a pedir perdón, a reconocerme pecador y no juzgar a los demás, más bien acudo a Ti, que eres la fuente de la misericordia, para que pongas en mí la gracia de ser misericordioso. Quiero sabe inyectar esperanzas en vez de condenas. 
Derrama tu amor en mi corazón para solidarizarme con todos. No permitas que sea indiferente ante las personas que necesitan de una palabra de consuelo. 
Te suplico, Oh Dios mío, que extiendas tu mano en estos momentos sobre mis heridas y sánalas con tu inmenso amor. Eres el dueño de mi vida. Todo te lo entrego. Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío.

6. Meditación final
El Sagrado Corazón de Jesús quiere inspirar a los corazones de hombres y mujeres de nuestros días para que puedan estar fortalecidos ante los continuos ataques de anti valores de esta sociedad y además infundirles un gran deseo de llevar a cabo grandes obras de las que se creen ser incapaces de realizar.

El Sagrado Corazón de Jesús le dijo a Santa Margarita María Alacoque: "Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí".
Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío.

7. Enseñanza del Corazón de Jesús
La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús es una celebración que cae 19 días después de Pentecostés, un viernes. La fiesta litúrgica se celebró por primera vez en Rennes, Francia. La liturgia fue aprobada por el obispo local a instancias de San Juan Eudes, que celebró la misa en el seminario mayor de Rennes el 31 de agosto de 1670. Observarán que la primera celebración no se situó en los días siguientes a Pentecostés. San Juan Eudes compuso una misa y un conjunto de oraciones para fuera de la misa, denominadas "Oficio", que fueron rápidamente adoptadas en otros lugares de Francia.

Oración de confianza al Sagrado Corazón para tiempos difíciles
Sagrado Corazón de Jesús, manantial divino de paz y sosiego, dulce santuario de descanso, ven a mi vida a traer paz a mi alma y a fortalecer mi espíritu, especialmente en esta situación difícil que estoy atravesando.

- Nombra aquí tu situación -

Prometo, oh Manso y Sagrado Corazón, poner todas mis preocupaciones y miedos en la herida de tu costado, para ser atendido de acuerdo con tu perfecta voluntad, que solo desea el mejor y más alto bien para aquellos que recurren a ti. Sagrado Corazón Jesús, solo tu amor es suficiente para librarme de la ansiedad, me rindo ante él; aferrándome a la esperanza de una rápida resolución, confiando en todas tus promesas. Amén.

Intenciones al Corazón de Jesús
Los inicios de la devoción al amor de Dios simbolizado por el corazón de Jesús se encuentran en los padres de la Iglesia, como Orígenes, San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín de Hipona, San Hipólito de Roma, San Ireneo, San Justino Mártir y San Cipriano.
En el siglo XI esta devoción encontró una renovación en los escritos de los monasterios benedictinos y cistercienses. 
Esta expresión fue plasmada por San Bernardo de Claraval en el siglo XII en su famoso poema/oración "Oh, Sagrada Cabeza Circundada". "Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz". (Números 6,24-26)